lunes, 11 de junio de 2012

La difícil convivencia entre la ficción y los reality shows


En 2000 la industria televisiva se vio afectada por los actores que reclamaban más horas de pantalla y culpaban a la llegada del  género opuesto al país. Hoy existe un débil equilibrio entre ambos.
     Hace once años, la televisión argentina atravesaba un momento de tensión pura. Los actores más prestigiosos reclamaban espacio televisivo  para desarrollar su trabajo ya que se vieron afectados ante la llegada del reality show al país y, sin duda, este planteo generó un revuelo en la industria de la pantalla chica. Sin embargo, actualmente existe un frágil equilibrio entre la ficción y el reality que, tanto la audiencia como los profesionales,  esperan que no se quiebre.
     La detonación de la crisis que sufrió la televisión comenzó en 2000 de la mano de dos expertas actrices: Soledad Silveyra y María Valenzuela. Tras la falta de producciones de ficción, sintieron que era un riesgo profesional y la entrega de los premios Martín Fierro de ese año fue el momento ideal para dar a conocer su preocupación. “¡Aguante la ficción!¡Somos actores, queremos actuar!”, gritaron muy eufóricas Silveyra y Valenzuela durante la ceremonia. Estas frases se convirtieron en un lema para muchos actores que se vieron reflejados ante el reclamo por la invasión de los reality shows en la pantalla. "Estuve en esa movida y me puse el cartel de 'Somos actores, queremos actuar'. Obviamente la actuacion es lo que sabemos hacer y luchamos por eso. La ficción es algo que tanto nuestra cultura como la del mundo necesita”, confesó el reconocido actor Boy Olmi que fue uno de los primeros en adherirse a la protesta.
     En 2007, como consecuencia de la disconformidad de los artistas, la televisión quedó dividida en dos sectores. Por un lado, los actores que mantenían la postura del lema que implantaron Soledad Silveyra y María Valenzuela -que no sólo demandaban horas de pantalla sino que también mejores condiciones de trabajo-, y por otro lado, los productores televisivos que no lograban ponerse de acuerdo con los requisitos que exigían los intérpretes de la ficción. Fue tanta la tensión que durante más de una semana los actores tenían prohibido entrar a los estudios de grabación.
     A pesar del incremento de los reality shows, varios artistas optaron por tomar otros rumbos, como la conducción y participación en los polémicos realities. Las más criticadas fueron Soledad Silveyra, que se convirtió en la conductora de Gran Hermano, y María Valenzuela que también se incorporó al mismo rubro con el programa Buscando a Dios.
     Sin embargo, hoy en día hay una frágil estabilización entre ambos géneros. “La televisión es una industria cíclica y lo que hoy es equilibrio mañana no lo es. En ese momento puntual en que María Valenzuela levantó su Martín Fierro pidiendo ficción la situación era crítica. Hoy está equilibrada, pero nunca es suficiente. Una telenovela le da trabajo a 300 familias y es un generador de exportaciones y de talentos. Debería haber ficciones también en Canal 9 y en América y así se equibraría la balanza por estos días”, explicó Laura Ubfal, periodista especializada en medios y espectáculos.
     “Los reality shows son un género menor que especulan mucho con la capacidad de las personas. Si se los plantea de otra forma podrían llegar a ser más interesantes, no se los aprovechan”, admitió Boy Olmi, que sostiene que los realities de hoy no le interesan para nada, aunque en 2006 participó en Bailando por un Sueño. “Me pude mantener dentro de mi eje y me divertí mucho. Hoy no creo que volvería a hacerlo”, confesó.
     “Todos están ávidos de ver ficción de diferentes estilos, y por suerte este año hay bastante”, opinó el actor Arnaldo André que forma parte de la exitosa comedia Los Únicos. El 2011 comenzó con reality shows en los dos canales más importantes de la pantalla chica. No obstante, la ficción logró ponerse de pie de la mano de reconocidas productoras como Pol-ka y  Endemol, y ocupa un gran lugar en la televisión argentina, que en octubre cumplirá sesenta años. 

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