Tuve la oportunidad de elegir un
destino para conocer y sin duda opté por Finlandia. “¿¡Por qué Finlandia?!
¡Habiendo tantos lugares para visitar!”, me decían todos. “¿Y en Finlandia hay
gente?”, me preguntaron irónicamente.
¡Claro que hay! Y más de cinco millones.
Tal vez, mundialmente sólo se la
conoce por ser la tierra natal de Santa Claus, por ser creadora del sauna o por
ser la fundadora del primer productor universal de teléfonos móviles, Nokia. Pero a este país escandinavo, un tercio ubicado
dentro del Círculo Polar Ártico, le sobran motivos para ser visitado.
Elegí Finlandia por ser un país
de múltiples rostros, donde el clima y las estaciones no son parecidos a ningún
otro lugar. Donde en invierno el sol no sale durante 50 días y en verano brilla
durante dos meses, celebrándose la llegada de esta etapa con una tradicional
fiesta en la que los finlandeses, caracterizados por su simpatía y amabilidad,
bailan y beben vodka sin límites.
No es un país frío y deshabitado
como muchos suponen. Bueno, frío sí, pero tampoco las temperaturas son las que
la mayoría de la gente cree. Existen intensas
heladas donde los lagos congelados, enormes rompehielos y montañas de nieve
ocupan las ciudades, pero los veranos son templados, alcanzando máximas de 30
grados, y ahí es cuando los finlandeses disfrutan de un chapuzón en los lagos,
aunque también lo hacen bajo cero luego de unos minutos en el sauna, su gran
tradición.
En víspera de primavera, un lago congelado y un rompehielos en Helsinki |
Elegí Finlandia por su escena
natural, cubierta por 190 mil lagos y un 70 por ciento de bosques, repletos de
abedules y osos, haciéndolo el país más lacustre del mundo. ¿En qué lugar, sino
Finlandia, voy a poder contemplar el fenómeno natural de las auroras boreales y
dar un paseo en trineo con renos, considerados un medio de vida? Como también
lo es el esquí, utilizado como medio de
transporte, además de ser uno de los deportes más comunes.
Elegí Finlandia porque, a pesar
de ser un Estado con una modernidad avanzada, carece de rascacielos y
predominan las estructuras antiguas, como la Catedral de Helsinki –su capital y
ciudad más importante- y la Catedral ortodoxa Uspenski, también ubicada en esa localidad,
la más grande de Europa Occidental y caracterizada por su estilo ruso
bizantino, con más de diez cúpulas doradas y ladrillos rojos en su exterior.
“¿Se sale de noche en Finlandia?”,
me preguntaron también. Sí, claro que
hay vida nocturna. Los pubs se llenan de finlandeses y turistas fanáticos del
vodka y cerveza y, curiosamente, el tango y folclore es uno de sus géneros
favoritos a la hora de bailar. Por supuesto, además del rock y heavy metal.
Suomi –así se dice en finés-,
único por ser el país más democrático y el menos corrupto, por tener la palabra más
larga del mundo (lentokonesuihku-turbiinimoottoriapumekaanikkoal-iupseerioppilas,
que significa una graduación en las fuerzas aéreas finlandesas) y por
festejar el día del dormilón el 27 de julio (cuando la última persona de la
familia en despertar es lanzada al río).
Tierra de lagos y marismas, el
significado de su nombre, Finlandia tiene miles de razones para que se aprecie
su encanto. Por eso, a la hora de elegir un destino, ¿por qué no optar por un
país exótico y tan particular?
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