lunes, 18 de junio de 2012

Londres 2012, entre la política y el deporte


El próximo miércoles 27 de julio el mundo se va a paralizar para observar atentamente durante diecisiete días a Londres, esa metrópoli que reunirá los cinco continentes entre sus majestuosos estadios y su paisaje medieval.
Los Juegos Olímpicos 2012 son un tanto particular para los argentinos. No se perciben de la misma manera que cuando se disputaron en Atenas hace ya ocho años. Esta vez, al clima festivo de las Olimpiadas se le suma una atmósfera política. Es que el spot publicitario que lanzó el Gobierno nacional, dio mucho que hablar y revolucionó a todo el país, y por supuesto a las islas británicas.


El Estado argentino quiso volver a insistir en el asunto Malvinas y esta vez lo logró utilizando el evento mundial. El  anuncio que mostraba al capitán de la selección argentina de hockey masculino sobre césped, Fernando Zylbergerg, entrenando en las islas transmitía un claro mensaje que se refería a la soberanía del archipiélago. Sólo fue un intento más, de forma pacífica, para alcanzar un diálogo con el Gobierno de David Cameron.
La agencia publicitaria que se encargó de producir el spot, no tardó en pedir disculpas a quienes se sintieron ofendidos por utilizar a las Olimpiadas para disputar cuestiones políticas. Sin embargo, el Gobierno nacional siempre mantuvo firme su postura y se negó una y otra vez a retirar el corto del aire. El objetivo del aviso no era hacer daño, sino simplemente una muestra de que el pueblo argentino considera a las Malvinas como territorio propio. Legalmente no está permitido incurrir en asuntos políticos durante la celebración mundial, y la Argentina lejos está de querer romper las reglas.
Luego de la perturbación y torbellino de opiniones que generó la ingeniosa publicidad, se dio a conocer que el seleccionado argentino de hockey masculino debutará nada más ni nada menos que contra el equipo local: Gran Bretaña. Se puede tratar de una simple casualidad, pero hoy cada suceso tiene su sentido político.
Sin dejar de lado nuestro patriotismo, sería bueno destacar cómo la capital inglesa se estuvo preparando durante años para ser la anfitriona de semejante acontecimiento.
Es cierto que el orden y la prolijidad son dos de las cualidades que reúne Londres y hoy más que nunca las explotarán máximo. Es tanta su disciplina que hasta el Comité Organizador  ha ordenado a los policías de la ciudad que se muestren alegres y animados durante la celebración, con el fin de transmitir tranquilidad a los visitantes y ciudadanos.
En cuanto al despliegue de seguridad, más de 40 mil personas se encuentran involucradas en un operativo que costará cerca de 553 millones de libras. Las calles estarán militarizadas: en los techos de las viviendas se colocarán misiles y un portahelicópteros recorrerá el río Támesis. El Gobierno de Cameron se encargó de entregar volantes a todos los hogares que explicaban que la cumbre de los edificios era la única que da la perspectiva perfecta para tener todo bajo control y por eso debía contar con la presencia de personal armado las 24 horas.
El aire con esencia a fiesta que se respira en Londres se puede sentir con el simple de hecho de salir a la calle. Los espacios públicos tradicionales como Trafalgar Square están invadidos de símbolos característicos del evento. En esa famosa plaza céntrica, por ejemplo, se encuentra un reloj gigante para marcar las horas hasta la apertura de los juegos de verano.
A tan sólo unos días del acontecimiento, en Argentina nos preguntamos qué pasará finalmente durante el transcurso de la competición, y sobre todo en el debut con el equipo anfitrión. Sin duda, en esta ocasión además de sentir un clima de duelo a nivel gimnástico, los argentinos perciben esa tonalidad política, donde lo importante es demostrar que no bajamos los brazos y seguiremos luchando hasta alcanzar nuestro objetivo: el diálogo para conseguir la soberanía de las islas Malvinas. 


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